viernes, 23 de octubre de 2015

Asombro

“El punto más alto al que puede llegar el hombre 

es el asombro”



Goethe






Los poetas intuyen y ven aquello que normalmente los demás no logran ver. Y saben expresarlo. Lo que ven los poetas lo podemos ver todos: basta ejercitar la atención y el quieto amor. Todos somos poetas en potencia. Tal vez no todos podemos expresarlo: ahí está la vocación del poeta.

El punto más alto al que puede llegar el hombre es el asombro” nos dice Goethe: fantastica intuición. 

Asombrarse es tipico del ser humano: solo los seres humanos somos capaces de asombro, porque solo el ser humano puede ver más allá de la apariencia.
En buena parte hemos perdido esta capacidad de asombro y perdiendo el asombro hemos arrinconado nuestra vocación poetica y la exquisitez de nuestra humanidad.

El poeta nos recuerda que el asombro es nuestro punto máximo de desarrollo, el punto donde nuestra humanidad es plena. Podemos tal vez equiparar santidad y asombro: el santo es aquel que sabe asombrarse constantemente.

Asombrarse es ver que todo es un milagro. Ya Albert Einstein lo decía: "hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro".

Asombrarse es descubrir la raíz de las cosas, es saber ver más allá del velo que nos las esconde. Para esto necesitamos detenernos, necesitamos silencio y quietud.

Volver al asombro es volver a creer en la humanidad y en lo mejor de cada persona.
Volver al asombro es quererse y vivir tiempos de calidad.
Volver al asombro es tocar el aliento que a todo da vida.

Aunque a veces el asombro estalla frente a grandes cosas, el asombro más genuino y puro es el cotidiano, sencillo, normal.
¿Puedo asombrarme frente a la sonrisa de mis seres amados?
¿Puedo asombrarme otra vez frente a la luz que me inunda al comenzar el día?
¿Puedo asombrarme del exquisito sabor de la comida?
¿Puedo asombrarme del canto matinal de los pájaros?
¿Puedo asombrarme del abrir del pimpollo?
¿Puedo asombrarme de una nota musical y de un verso de Baudelaire?
¿Puedo asombrarme de los pequeños gestos de amor, sencillos y cotidianos?

Al final, vivir el asombro, es descubrir enamorados el aliento creador de Dios en todo...

¡Buen asombro!




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