viernes, 27 de noviembre de 2015

¿Pájaro o libro?

"Cuando el pájaro y el libro discrepan, siempre cree en el pájaro"

James Audubon





Fantástica la cita de hoy. Nos da pistas y pautas fundamentales para nuestro caminar.

¿Qué quiere decirnos?

El pájaro en este caso representa la vida real, concreta, libre. El libro su interpretación.
Cuando la vida real y su interpretación discrepan, siempre cree en la vida.
Un consejo fundamental.

La vida siempre tiene razón. Lo afirman todos los maestros espirituales, pero todavía nos cuesta mucho aceptarlo y practicarlo. La fuerza e inercia de la mente son imponentes. Casi siempre vivimos una vida interpretada, nunca una vida real. Es desde ahí donde surgen la mayoría de nuestros "problemas". 
Muchas veces sufrimos porque interpretamos todo lo que nos pasa y nos dejamos arrastrar por esa interpretación, que casi siempre es esclava de nuestros sentimientos, nuestros miedos y necesidades.

Canta el pájaro y nosotros estamos preocupados por si llueve...
Canta el pájaro y estamos pensando de donde viene y adonde va...
Canta el pájaro y nos trae recuerdos...
Canta el pájaro y nos asusta el anochecer...
Canta el pájaro y la soledad me atrapa...

Canta el pájaro... ¿Por qué solo y simplemente no lo escuchas?

(El fin de semana estaré en un retiro y por eso no podré publicar las reflexiones. Estaremos de vuelta el martes! Los recuerdo en la oración).


jueves, 26 de noviembre de 2015

Poesía y poeta




Descubrí la vocación a la poesía hace unos años, pero solo en estos últimos le estoy dando más cabida. Será ahora el tiempo justo.
Me fascina la poesía y me fascinan los poetas.
No me gusta definirme y no me defino: definirse es limitarse.
Simplemente vivo la poesía y, cada tanto, dejo que se escriba.
En realidad es la poesía que me vive, la poesía nos vive a todos.

Todos tienen la vocación de poetas: hay que desenterrarla. Todos la tienen porque todos somos humanos y la poesía nace con el ser humano. Todos la tienen porque todos buscamos al Amor y vivimos del Amor.

Ser poeta no consiste tanto, ni solo, en escribir poesías.
Ser poeta es una actitud frente a la vida. Se vive de poeta, se vive como poeta: y cuando el cielo quiere también se escribe algo.

Vivir como poeta es mirar al mundo sonriendo, a pesar de todo.
Vivir como poeta es conversar con una flor y, sobre todo, escuchar su respuesta.
Vivir como poeta es estar eternamente enamorado y pasar por la vida cantando.
Vivir como poeta es cuestión de unidad: ser uno con todo y desaparecer.vi
Vivir como poeta es captar lo real de lo real, lo único que brilla en la noche más oscura.
Vivir como poeta es fluir con todo sin juzgar y cantar el dolor.
Vivir como poeta es ser instrumento: por tu sangre pasan los versos y por tu sangre quedan ahogados.
Vivir como poeta es atreverse a decir lo que sería mejor callar.
Vivir como poeta es vivir como un útero: gestar la vida y dar a luz al momento correcto.

Ser poeta es una actitud: dejar que la Palabra fecunde el silencio.
Ser poeta es traicionar con calidad al Misterio.
Ser poeta es sostener la mirada de Dios hasta el instante antes que te consuma.

Decía Dostoievsky: “la belleza salvará al mundo.
Me permito añadir: “la poesía creará la belleza.
Porque la poesía viene antes, en todo sentido. Porque la poesía hace florecer hasta lo muerto y descubre belleza donde no la hay.
La poesía surge en el preciso instante en que Dios se contempló a si mismo.

En el fondo la plenitud o la santidad consisten es darse cuenta de nuestro verdadero nombre: poesía.
¡Descúbrelo! ¡Anímate a vivir como poeta!



miércoles, 25 de noviembre de 2015

¿Ausencia o Presencia?




Hace pocos días, en una reunión, escuché lo que tantas veces escucho: “el problema es la ausencia de Dios.”
Estribillo repetido en nuestra iglesia, nuestras programaciones pastorales, nuestra tarea evangelizadora.
Quedé sorprendido cuando, al escuchar la famosa queja, resonó con fuerza inaudita en mi corazón la certeza opuesta: “la Presencia de Dios desborda por todos lados.”
Lo sabía. Hace tiempo estoy convencido y vivo a partir de Esa Presencia.
Verlo tan claramente y sentirlo casi físicamente me sorprendió y solo pude agradecer.
Si, porque sé que es un don.
El don que hay que pedir, descubrir, buscar es el don de la visión.
Decía Albert Einstein que el mundo se puede dividir en dos: “los que viven como si nada fuera un milagro y los que viven como si todo fuera un milagro.
En este caso me atrevo a parafrasear al amigo Albert: “los que viven como si Dios estuviera ausente y los que viven desbordados por la Presencia.”

Como aquel monje que preguntó a su maestro:
-       ¿Dónde está Dios?”
y el maestro le contestó con otra pregunta:
-       ¿Dónde no está Dios?

En realidad la Presencia de Dios – o tan solo y más bellamente “La Presencia” – desborda en cada instante y cada acontecimiento.
Como sugiere Jesús: “Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes.” (Lc 6, 38).

La percepción de la ausencia de Dios es justamente una percepción errada que encuentra su terreno fértil en nuestras carencias psicológicas y nuestro vivir solamente en un nivel mental.
La percepción y la visión de la mente son muy estrechas y limitadas: tiene la carga de nuestro pasado, nuestra historia, nuestros limites.

Hay que aprender otro nivel de percepción, que surge más allá de lo mental.
Callada la mente, rayando el Silencio, escuchando atentos, sólo vemos Presencia.

Lo comprobé una vez más estando atento a los detalles: un niño jugando a la pelota, una familia tomando mate juntos, una pareja de novios mirándose con ternura, un camionero lavando su camión, el viento entre los arboles, los colores de la primavera, una sinfonía de Mozart, el florecer del ciruelo, la llamada de un amigo, los deseos de amar, el sabor de una manzana, el placer del dormir, el agua de la ducha, el pan y el vino de la Eucaristía… y también las incomprensiones de las personas, el cansancio al anochecer, las búsquedas compulsivas de felicidad… en el fondo de situaciones que nos duelen y parecen ocultar la Presencia, Esa desborda poderosa como anhelo, deseo, búsqueda.

En el corazón de cada cosa solo hay Dios: solo Presencia, pura Presencia, simple Presencia.

¿Dónde no está Dios?






martes, 24 de noviembre de 2015

Tú me bastas

"Dios mío, cuantos bienes me hayas reservado en este mundo, dáselos a tus enemigos,
y cuanto me hayas reservado en el otro, 
dáselo a tus amigos,
porque a mí, Tú me bastas."



Rabi'a al-'Adawiyya






El Islam no anda muy de moda en estos tiempos, especialmente en Occidente. Quebramos una lanza a su favor, yendo al corazón del Islam: su mística. Veremos su profunda belleza y la raíz común con el cristianismo.

Les presento una mujer excepcional: Rabi'a al-'Adawiyya.
Rabi'a al-'Adawiyya es una mística musulmana. Nació en Irak en el 713 y murió en Jerusalén en el 801. La podemos comparar con Santa Teresa de Avila.
La frase de hoy nos recuerda lo que decía Teresa: "sólo Dios basta.
Los textos de Rabi'a al-'Adawiyya son hermosos, en ellos brilla el amor, la gratuidad, la belleza. 
Justamente el texto de hoy se centra en la última expresión: "Tú me bastas".
Experiencia común de todos los místicos de todas las tradiciones espirituales. 

¿Qué significa?
No es un desprecio de la creación y las criaturas: al contrario. Es ubicar todo adentro de la gratuidad del Amor.
El Amor basta a sí mismo. Quién busca al Amor por otros fines o intereses, aunque sean buenos y santos, pierde lo central. San Bernardo lo expresó de esta manera: "Amo por amar. El amor basta a sí mismo."
Lo peculiar y lo central del Amor es justamente eso: basta a sí mismo. Pura gratuidad.

Rabi'a al-'Adawiyya lo vivió. Teresa de Avila y Bernardo también. 

"Tú me bastas" significa: no busco y no quiero otra cosa que el Amor. Todo lo amo en el Amor. Soy el Amor que solo ama. Soy el amado, el amante, el amor. Uno con Dios, amando con su amor.

Gracias Rabi'a al-'Adawiyya: quiero ser como tú. Quiero vivir como tú.
(entre paréntesis: ¿algo que ver con terrorismo?)




domingo, 22 de noviembre de 2015

Juan 18, 33-37




Hoy la iglesia nos propone la fiesta de Jesucristo Rey del universo. El domingo que viene empezaremos el Adviento, preparándonos a la Navidad.
El tema de "Jesús Rey" y el tema asociado del "Reino de Dios" hay que comprenderlos bien. A veces podemos quedar confundidos o interpretarlos superficialmente o literalmente. En este caso la contradicciones serán insalvables: ¿dónde está la victoria de Cristo sobre el mal y la muerte? ¿Dónde su reinado? ¿Dónde el mundo de amor, justicia, fraternidad? 

El evangelio de hoy nos puede ayudar.
El contexto es el proceso de Jesús y el interrogatorio que Pilato le hace.
Pilato no entiende la realeza de la cual Jesús habla y se asusta. Quién tiene el poder vive en el miedo que su poder le sea arrebatado y esto sucede en todos los campos de la existencia. ¡Ojo!: el poder atrapa.
Jesús antes que nada asocia la realeza a la verdad: un detalle fundamental.
Ya sabemos, es importante reiterarlo una y otra vez, que la verdad de la cual Jesús habla no es una idea o un contenido mental y no son doctrinas; todo esto serían nuestras creencias y sobre las creencias cada cual tiene las suyas, más o menos acertada y compartibles. Las creencias son como mapas que indican el territorio, no son el territorio. En el territorio se entra con la experiencia, con la vida.

Jesús se refiere a la verdad que es Una con la Vida. 
La verdad es lo que somos, no lo que pensamos. 
Jesús nos invita a descubrir nuestra identidad más profunda y lo hará, justamente, con su vida. Somos esta Vida Una que Jesús entregará para que pudiéramos despertar a la verdad.
Descubierta la verdad que somos entendemos la realeza: si somos Uno con el Amor, somos también reyes. Todos. Jesús nos revela nuestra identidad: reyes, es decir, hijos de Dios, Amor, Vida.
Así entendemos coherentemente también el Reino de Dios: el cual no es un lugar que vendría en un futuro o algo que simplemente tenemos que construir con nuestros esfuerzos. Tenemos que salir de la lógica materialista y pragmática. 

El Reino de Dios es una experiencia. Es un estado de conciencia.
Quién se descubre amado y vive a partir del Amor y en el Amor, ya está conscientemente en el Reino de Dios y, con Cristo, es Rey.
  

sábado, 21 de noviembre de 2015

Lamentable viajero

"Mientras no sepas
cómo morir y volver a vivir,
no serás más que un lamentable viajero
en esta oscura tierra"


Goethe




Goethe otra vez nos aporta una luz para nuestro caminar diario y para leer con sabiduría los acontecimientos humanos, personales y cósmicos.

El verso del poeta suena medio triste: "lamentable viajero", "oscura tierra". El ser humano en su caminar parece necesitar de la tristeza y de la angustia para despertar del sueño del egoísmo. 
El dolor es un maestro admirable e implacable. Su función es despertarnos a nuestro verdadero ser.
Cuanta gente anda triste, inutilmente triste, por el viaje hermoso de la vida.
Cuantos no logran sonreír frente a la belleza infinita de lo cotidiano.
¿Por qué? ¿Por qué?

La respuesta es a la vez simple, profunda, terrible: ¡no queremos morir! El miedo, el único miedo que vale la pena nombrar: el miedo a la muerte. Este miedo es una ilusión de nuestro ego, nuestro yo superficial. Nos hace buscar la felicidad en cosas, en éxitos, en aplastar al otro, en hacer carrera. Esfuerzos inútiles, querido viajero.
Hay que morir y volver a vivir. Esto Jesús lo enseño con cada respiro de su vida. Antes Buda enseño lo mismo. Jesús lo dejó plasmado en la Cruz y en el sepulcro vacío.

Aprender a morir es el arte del vivir. No hay cortada o escapatoria en este camino. Aprender a morir es dejar pasar todo lo que no soy, todo lo que es pasajero, para centrarnos en lo eterno. Dejando morir lo falso aparece lo verdadero; dejando morir lo que no somos, aparece lo que somos: volvemos a vivir. Nos encontramos por fin con la Vida Una que no pasa, porque no nació y no puede morir.




"Mientras no sepas 
cómo morir y volver a vivir, 
no serás más que un lamentable viajero 
en esta oscura tierra" 


Tenemos la posibilidad de aprender a morir todos los días: dejando de querer tener siempre la razón, dejando de querer controlar y manipular la vida, dejando ir lo que se va y recibiendo lo que viene, amando sin esperar nada. 


Todavía veo tanta gente que camina por el mundo con su mochila cargada, siempre corriendo, acumulando, aplastando. Resuena el reproche de Jesús al hombre acumulador de trigo del evangelio: “Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?” (Lc 12, 21). 

Son "lamentables viajeros" que hace de esta hermosa tierra una "oscura tierra". 

Quiero aprender a morir, quiero que vos aprenda. Para volver a vivir y pasar por el mundo como un viajero enamorado, haciendo de la tierra un jardín floreciendo. 

Etiquetas